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El Twingo y el misterio de los “ojos de rana”: la increíble anécdota que Renault ocultó durante mucho tiempo

La cara sonriente del Renault Twingo casi nunca existió. Sumérgete en la historia de un choque de élite que dio origen a un ícono del automovilismo.

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El Twingo y el misterio de los “ojos de rana”: la increíble anécdota que Renault ocultó durante mucho tiempo

Míralo de cerca. Esa cara. Esos dos faros redondos y traviesos, ese capó corto que dibuja una sonrisa. Durante más de treinta años, el Renault Twingo ha recibido a millones de conductores con un humor contagioso. Una cara tan obvia, tan amigable, que uno pensaría que nació de un trazo alegre y unánime de lápiz. Sin embargo, este diseño icónico, ahora celebrado y pronto reencarnado, esconde una historia de violencia poco común. Una historia de convicción, de un enfrentamiento en las altas esferas del estado industrial francés y de un ultimátum que casi relega a la ranita al olvido antes de nacer. Una anécdota que Renault, durante años, no tuvo prisa en contar.

El diseño que casi nunca vio la luz del día

El Twingo y el misterio de los “ojos de rana”: la increíble anécdota que Renault ocultó durante mucho tiempo

A finales de los 80, Renault no estaba de humor para sonreír. El fabricante salía de una época oscura y tenía que reemplazar a una leyenda: el Renault 4. La presión era inmensa. El proyecto, llamado internamente "W60", se estancaba. Entra Patrick Le Quément, recién fichado de Volkswagen-Audi para asumir la dirección de diseño de Renault en 1987. Su misión: atreverse. Atreverse para no morir. Le Quément y su equipo imaginaron un coche radicalmente diferente. Adiós al hatchback tradicional. Adiós al monovolumen, con un solo volumen, para maximizar el espacio en un formato ultracompacto. Una arquitectura audaz, pero fue sobre todo su "cara" la que encendería el polvorín.

CaracterísticaRenault 4 FTL (1986)Renault Twingo (1993)
Largo3,67 m3,43 m
Conceptoportón trasero utilitario"Minivan" de una sola carrocería
DiseñoFuncional, heredado de los años 60Emocional, “sonriente”
modularidadAsiento de banco plegable individualInnovador asiento de banco deslizante

La obsesión de un hombre con una "sonrisa mecánica"

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Patrick Le Quément no quería diseñar un coche. Quería diseñar un objeto inteligente con personalidad. En un mundo automovilístico dominado por parrillas agresivas y líneas impersonales, optó por el optimismo. Esos faros redondos no eran solo un toque coqueto. Eran el punto de partida de una expresión, complementada por los intermitentes con forma de párpados traviesos. Le Quément buscaba crear una conexión emocional inmediata entre el objeto y su usuario. Lejos de la imagen simplista de la "rana", el objetivo era diseñar un coche que no se tomara en serio, que pareciera decir: "Vamos, a divertirnos". Este enfoque casi filosófico supuso una ruptura total con la cultura de la ingeniería de la época, que veía con gran desdén lo que consideraba caprichos de diseño.

El día que todo cambió

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Corre el año 1988. El proyecto se presenta al máximo responsable de Renault, el todopoderoso Raymond Lévy. Un hombre brillante, graduado de la École Polytechnique, que había transformado la empresa, pero que también era un ejecutivo de la vieja escuela. La conmoción es total. Ante la maqueta del Twingo, Lévy no oculta su desprecio. Los testigos relatan comentarios de una dureza sin precedentes. Se dice que comparó el proyecto con un "juguete de dibujos animados japoneses" y criticó con vehemencia el frontal, que consideró grotesco. El proyecto está a punto de ser cancelado de inmediato. Aquí es donde la historia da un giro. Patrick Le Quément, en lugar de arrodillarse, se pone de pie y apuesta. Con una calma gélida, supuestamente le dijo al director general: "Este es el fruto del trabajo de mis equipos. Si rechaza este proyecto, rechaza la nueva dirección de Renault Design. Por lo tanto, mi dimisión está sobre la mesa". » Un silencio sepulcral invade la sala. Arriesgar la carrera por un par de faros redondos. La audacia es absoluta. Contra todo pronóstico, Raymond Lévy, quizás desconcertado por tal convicción, finalmente cede. El proyecto está a salvo.

Más allá de los faros: una revolución desde dentro

El Twingo y el misterio de los “ojos de rana”: la increíble anécdota que Renault ocultó durante mucho tiempo

La genialidad del Twingo residía en que su apariencia no mentía. Esta promesa exterior de picardía e inteligencia se reflejaba en el interior. Si su apariencia seducía, era su modularidad la que lo conquistaba. El famoso asiento trasero deslizante de 17 centímetros era una idea revolucionaria. Permitía elegir, en un abrir y cerrar de ojos, entre un espacio para las piernas digno de una limusina o un maletero capaz de absorber las compras de la semana. Una flexibilidad que ninguno de sus competidores podía ofrecer. El Twingo no solo era atractivo, sino brillante.

ModeloLargoVolumen del maletero (mín.-máx.)Característica de modularidad
Renault Twingo3,43 m168 - 261 LAsiento trasero deslizante
Peugeot 1063,56 m215 L (fijo)Respaldo plegable 50/50
Citroën AX3,52 m273 L (fijo)Respaldo simple o 50/50

El legado de la "mirada de rana" en la era eléctrica

El Twingo y el misterio de los “ojos de rana”: la increíble anécdota que Renault ocultó durante mucho tiempo

Hoy, a mediados de 2025, mientras Renault se prepara para lanzar el Twingo "Legend" totalmente eléctrico, este legado pesa mucho. El prototipo, presentado hace unos meses, luce con orgullo dos semicírculos a modo de ojos, un guiño directo y descarado a su predecesor de 100. Más que un homenaje, es un reconocimiento de que la valentía de Le Quément rindió frutos por encima de todas las expectativas. Demostró que un diseño audaz y optimista podía convertirse en un gran atractivo comercial, e incluso en un icono cultural. El misterio de los ojos de rana, por lo tanto, reside menos en su forma que en la valentía que se necesitó para imponerlos. Una lección de diseño y gestión que, treinta años después, cobra más relevancia que nunca en un momento en que el automóvil debe, una vez más, reinventarse.

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